En la década de 1990, autores como Myriam Jimeno, Esteban Krotz y Roberto Cardoso de Oliveira caracterizaron a las antropologías latinoamericanas por su particular dimensión epistémica y política derivada de la cercanía y compromisos de los antropólogos con las poblaciones estudiadas en sus propios países. No obstante, en lo corrido del nuevo milenio las antropologías en América Latina y el Caribe han experimentado transformaciones sustantivas en las condiciones y características de su labor, que nos obligan a volver sobre la pregunta por la dimensión política de la disciplina en la región, tanto en sus conocimientos como en sus prácticas concretas.
De manera general, cuatro son los ámbitos en los que se pueden vislumbrar más claramente estas transformaciones. En primer lugar, para el establecimiento académico se han dado cambios sustanciales en políticas de ciencia y tecnología, lo que introduce otras lógicas y prioridades en la producción del conocimiento antropológico. En segundo lugar, en varios países de la región, además, se ha dado un crecimiento exponencial de programas de pregrado y posgrado. Este crecimiento evidencia modificaciones en las perspectivas laborales e imaginarios sociales de la disciplina que, articuladas a transformaciones generacionales, explican modificaciones en agendas y prioridades en la labor antropológica. En tercer lugar, en los últimos quince años se ha dado una ampliación y diversificación de las demandas y retos derivados de la participación de antropólogos en diferentes escenarios estatales, de políticas públicas y no gubernamentales en nombre de la relevancia de la cultura y la diferencia. Finalmente, en muchos países de la región, las articulaciones de las antropologías y antropólogos con los sectores empresariales e intereses del mercado han dejado de ser marginales, lo que ha llevado a que las políticas y éticas de las antropologías latinoamericanas se complejicen en escenarios no académicos.
Estas dinámicas generales al contexto latinoamericano, adquieren ciertos matices en un país como Colombia. Allí, además de lo ya expresado, convergen factores como una historia reciente marcada por el conflicto armado interno de más de medio siglo de duración, unos gobiernos que privilegian la satisfacción de intereses privados sobre los derechos de los sectores más marginados de la sociedad, una polarización política cada vez más fuerte entre proyectos neoliberales y alternativos, y una sociedad heterogénea que desestabiliza e interpela de maneras inéditas las construcciones hegemónicas de nación y las presencias diferenciadas del estado a lo largo y ancho del país.
En este V Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología y XVI Congreso de Antropología en Colombia nos interesa examinar y discutir los impactos que estas y otras transformaciones han tenido en las antropologías de la región, abriendo espacios para reflexiones que se desarrollen en clave comparativa en el contexto latinoamericano o, también, centradas en la experiencia colombiana. Desde la perspectiva de las antropologías del sur, nos interesa examinar estas trasformaciones en las políticas de los conocimientos antropológicos, pero también de las prácticas que en nombre de la antropología se dan tanto en el establecimiento académico como por fuera de él.
Sabiendo que el contenido y la forma se encuentran estrechamente ligadas, para abordar estos temas en el congreso hemos diseñado una metodología que propicié el intercambio y el debate intelectual. A diferencia de otros eventos donde prestigiosos invitados leen cuartillas y cuartillas de abrumadores argumentos en sus conferencias magistrales, hemos decidido plantear cuatro debates centrales para que colegas con diferentes perspectivas puedan intercambiar públicamente sobre sus posiciones. Asimismo, en contraste con otros congresos donde en cada simposio se leen atropelladamente ponencias de diez minutos, una tras otra sin mayor posibilidad para el intercambio, en este congreso hemos procurado asegurar el tiempo suficiente para que cada presentación cuente con media hora para su exposición y para el diálogo con los asistentes. Las mesas de trabajo, por su parte, están diseñadas para la confluencia de conversaciones con la suficiente pausa y sin la necesidad de circunscribirse al formato de la presentación de ponencias.
Nuestro interés en que estudiantes de pregrado o postgrado confluyan con colegas ya titulados en los simposios y mesas, invita a pensar en que la calidad y profundidad de las contribuciones no están garantizadas por los títulos nobiliarios que ofrece la academia, ni derivadas mecánicamente del transcurrir de los años. Esperamos que la participación de los estudiantes, en estos francos intercambios, enriquezca y complejice los ejercicios de análisis colectivo.
También como política, no pensamos el Congreso como un negocio y un dispositivo de exclusión, en donde se cobran costosas membresías e inscripciones. Por eso, además de no cobrar membresías, el Congreso está abierto a quienes quieran asistir, pudiéndose registrar sin pago alguno. No obstante, se cobrará la inscripción a quienes requieran certificados como ponentes o asistentes, ya sea para justificar sus gastos ante sus instituciones o como parte de sus carreras y reconocimientos académicos.
Con la inscripción no repartiremos souvenires que a menudo terminan siendo rápidamente desechados; tampoco haremos una fiesta costosa de cierre. Para ser consecuentes con la perspectiva académica del congreso hemos decidido, en cambio, que la recaudación se destine a cubrir una pequeña parte de los gastos del congreso y aportar a la publicación de una compilación de trabajos que son una muestra de la antropología hecha en Colombia.
De nuevo, les damos una calurosa bienvenida y esperamos que este congreso responda a sus expectativas.
Comité Académico
XVI Congreso de Antropología en Colombia
V Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología